¿Alguna vez te has dicho: «no me permito» , «no puedo fallar»?
Cuando te exiges piensas que nada es suficiente, te pones metas muy altas, y vives la vida con estrés, siempre estás de un lado a otro haciendo muchas cosas.
«Soy muy tolerante con el resto de personas, entiendo que somos humanos y que podemos fallar y equivocarnos. El problema es que esa tolerancia no me la aplico a mí. Creo que no tengo derecho a equivocarme, no me lo permito, y si me equivoco es porque no tenía toda la información. Si alguna vez fallo me machaco y esto me hace sufrir mucho».
¿Para qué tanta exigencia?
¿De qué te sirve querer hacer tanto, si de todos modos, nunca será suficiente para ti?
Consigues las metas que te habías propuesto, y ¿luego qué? No es suficiente, nunca lo es, porque por muchas cosas que hagas nunca dejas de exigirte. Además tienes que hacerlo todo perfecto, o casi…
Siempre estás con el «tengo que hacer esto», «tengo que hacerlo bien»… Los «tengo que hacer» se hacen interminables en tu vida. Conviertes todo en «tengo que», «debería de»…Haces listas interminables de cosas pendientes que tienes que hacer o te gustaría hacer. Cargas tu agenda de actividades, trabajos y quehaceres, y luego sientes que no tienes tiempo suficiente para poder realizarlo todo y te sientes culpable por ello.
Sufres
Es bueno que tengas proyectos, que quieras ser una persona activa y hacer las cosas de una manera coherente, pero no tantas, y exigiéndote tanto.
Al final acabas haciendo mucho a la vez, y poco a poco se convierte en demasiado. Incluso cosas que deberían ser un hobby acaban siendo un «tengo que», y la pasión que sentías antes por eso acaba siendo una obligación más.
Vives con el sentimiento constante de no tener suficiente tiempo para hacer todo eso que debes hacer.
Así que, todo empieza a hacerte sufrir.
«Todo me hace sufrir. Sufro por no poder tener el tiempo para hacer todo lo que se supone que debo, sufro por la culpabilidad de no llegar a todo, sufro por no hacerlo lo suficientemente bien, sufro por no tener más tiempo para mí, sufro porque no me permito descansar…»
Mucho de este sufrimiento lo generas inconscientemente, por un patrón que te has creado y una vocecilla interior que te machaca recordándote todo lo que debes hacer, y no de cualquier forma, no… ¡Has de hacerlo perfecto!
Te presionas y te censuras
Dime, ¿de dónde crees que viene esa exigencia? ¿De dónde viene esa necesidad de hacerlo todo bien y no fallar?
Nadie te está exigiendo que hagas tanto, y que lo hagas tan bien y tan deprisa, y que seas capaz de hacer mil cosas a la vez. Estoy segura de que no exiges a los demás ni la mitad de lo que tú te llegas a exigir. Y tampoco eres tan tolerante contigo, como lo eres con los demás.
La autoexigencia moderada puede ser buena, pero cuando te autoexiges tanto constantemente, no. No te permites y te autoexiges porque es una forma de funcionar que has aprendido, te han dicho lo que debes hacer, lo que te conviene para tu bienestar, cómo tienes que comportarte, que es lo correcto y lo que no,etc. Esta forma de vivir acaba pesando, ¿verdad?. Y por si fuera poco, tu cuerpo acaba pagándolo y te pasará factura tarde o temprano.
«No me permito»
¿Quieres sentirte libre? ¿Quieres ser una persona ligera y auténtica?

Necesitas darte cuenta qué estás haciendo por y para los demás, olvidándote de ti y tus necesidades reales. Necesitas aprender a soltar lo que te ata sin castigaste por ello. Deshazte de una vez por todas el «no me permito».
¿Y si te das permiso?
… para dejar de luchar por tener la atención de aquellos que te manifiestan su indiferencia?
… para dejar de implicarte en resolver conflictos en los que solo tú estás dispuesto a ceder?
… para dejar de esperar esa llamada, esa disculpa, esa palabra amable, esa muestra de cariño?
… para dejar de saberlo todo y no tener las soluciones a todos los problemas?
… para dejar de decir sí a todo y empezar a decir no, no y no?
… para dejar de justificarte y dejar de dar explicaciones que nadie te ha pedido?
… para dejar de hacer todo para los demás y nada para ti?
Y si te das permiso para no tener la mochila de los niños a punto, para olvidar el día que el coche tiene que pasar la revisión, para no ser simpático con esa compañera de trabajo cuando no lo sientas, para estar triste y llorar sin esconderte, para tener celulitis, para perder la paciencia en determinados momentos, para sacar tu ira cuando estás harta de todo y de todos, para deshacer el puzle de tu vida y volver a montarlo, para aceptar no tener un cuerpo de pasarela, para llevar una barba de tres días… ¡Incluso para no hacer nada!
¿Y si te permites darte permiso por un momento? ¿Qué pasaría?
Yo soy humana y comento errores, sé que no puedo controlarlo todo y me doy permiso. ¿Y tú?