¿Alguna vez has atacado el frigorífico sin tener hambre real? ¿Te cuidas durante toda la semana pero cuando llega el fin de semana pierdes el control en una comida familiar o con amigos? ¿Cuántas veces has comprado en el supermercado comida, y al llegar a casa te has arrepentido de haberla cogido?
Comer sin control, el caso de Belén
Te presento a Belén. Ella en una conferencia sobre alimentación emocional comentó:
«No sé por qué cada vez que me siento intranquila o preocupada como cualquier cosa. ¿Cuántas veces he pagado mi enfado con un atracón o comiendo helado de chocolate? Muchas… Me castigo cuando algo me sale mal y me premio cuando me sale bien comiendo sin control. Como, como y como, y al principio me siento bien pero al rato descubro que mi ansiedad continúa conmigo. Tengo muchos frentes abiertos y lo que más me duele es que mi madre sigue estando muerta, y con mi padre no me hablo. Me siento enfadada, triste y sola».
Ella comentó después que a veces sentía un malestar en su cuerpo, una sensación desagradable. No sabía cómo nacía esa sensación, lo que sí sabía es que necesitaba llenarse de algo. ¿Pero de qué?
Hambre emocional
El impulso que te guía a la hora de comer es, muchas veces, la confusión a nivel emocional. Aunque realmente no tienes hambre, sientes que necesitas comer para poder satisfacer ese “algo” que te está perturbando. Y ese “algo” no es nada más que un conflicto emocional que no estás resolviendo de forma adecuada, bien porque no sabes cómo hacerlo o porque ni siquiera sabes qué te ocurre.

¿Qué le pasaba a Belén?
Ella devoraba comida en momentos de tensión, o se excedía en las cantidades:
- Necesitaba comer aunque no sentía hambre fisiológica. Belén necesitaba introducir alimentos en su cuerpo aunque no tuviese hambre real. Desconocía el origen de esa necesidad, pero una vez que empezaba a comerlos ya no se podía controlar.
- Sentimientos de culpa. Por si fuera poco después de un atracón Belén se sentía culpable porque al rato seguía sintiéndose intranquila e insatisfecha.
- Comía para estar mejor. En realidad ella quería sentirse bien y feliz, como el resto del mundo. Sin embargo, al no conseguirlo, se sentía triste, avergonzada y decepcionada después del atracón.
Una montaña rusa
Sabes que cuando comes sin control y de manera desequilibrada estás cuidando mal de tu organismo y de tu vida.
Cuando te desahogas a través de la comida es, muchas ocasiones, solo un síntoma que se recrea en un círculo vicioso. Un círculo vicioso en toda regla que se retroalimenta una y otra vez, pues la necesidad de comer nos grita cada vez más, “tapando” así el problema de origen.
Belén se sentía como en una montaña rusa de sentimientos opuestos: a veces alegre, luego triste, luego con miedo, después enfadada y otra vez alegre… así continuamente y sin control. En ciertos momentos ella creía que comer la salvaría de esta montaña rusa que la hacía sentirse mal. Esto era una especie de pensamiento mágico que la atormentaba.
¿Crees que es una batalla perdida?
Ya sabes que el hambre emocional no aparece por una necesidad biológica natural. Así que la comida no es tu enemigo, y la ansiedad tampoco. La ansiedad por la comida es el síntoma, no el problema real.
¿Cuántas veces te han dicho «contrólate», «tu problema es que no te controlas», «no tienes fuerza de voluntad»? Pero por mucho que te lo digan no lo consigues, ¿por qué?
En muchos casos la comida funciona como una cortina de humo que no te deja ver el verdadero problema. Comer con ansiedad te indica que tienes una situación que no has resuelto y con la que cargas. Esta suele estar relacionada con motivos emocionales tales como la pérdida de un ser querido o de un trabajo, el aburrimiento, las frustraciones diarias, conflictos con tus hijos o la familia, roces con compañeros de trabajo, algo del pasado con lo que aún cargas, y un largo etcétera.
Saber cómo dar salida a lo que te daña y resolverlo es la única manera de encontrar el equilibrio para liberarte de la ansiedad por la comida, y no volver a comer sin control.
¿Aún crees que es una batalla perdida? ¿Te sientes culpable por comer sin control? ¿Hace cuánto tiempo no disfrutas a la hora de comer? Belén ya lo consiguió. ¿Qué vas a hacer tú?