Cuando era pequeño teníamos una buena relación. Pero desde hace una temporada no me cuenta nada, cada vez es más callado, no quiere compartir tiempo conmigo y me responde con monosílabos. Por si fuera poco, cuando le insisto me dice que está harto de mí.
Esta es una de las cosas que más se repite en la relación padres-hijos. A los padres nos preocupa, y con razón. La falta de comunicación tiene consecuencias graves, ya que luego cuando hay problemas los adultos nos acabamos enterando los últimos y no podemos hacer aquello que tanto nos importa: ser su apoyo y guía para superarlos.
Que te cuente cómo le va: una expectativa muy frecuente
Cuando tenemos hijos deseamos una familia con la que compartir momentos especiales de nuestra vida, hablar de lo que nos pasa, reírnos juntos, vivir experiencias… sin embargo con el paso del tiempo a menudo vemos que se ha creado una distancia demasiado grande que ya no sabemos como salvar. Desde hace tiempo no cuenta nada relevante de su vida.
El dolor que nos causa esta distancia acaba agravando las cosas: cuanto más insistimos, mayor es el abismo que se abre entre nosotros. Descubrir las causas es el primer paso para que las cosas no vayan a peor.
¿Por qué ya no te cuentas las cosas como antes?
En nuestra experiencia trabajando con niños y adolescentes, hay varios factores principales que te pasamos a contar.
Le cuentas sus intimidades a otras personas
Seguro que has pasado por momentos que no sabías que hacer: no comía bien, daba mucha guerra en casa, no había forma de que fuera responsable de los estudios, estaba obsesionado/a con la tablet o los videojuegos… Es normal.
Cuando pasaban esas cosas, imagino que tú se lo contabas a alguien para desahogarte o pedirle consejo… En esos momentos ¿tu hijo/a lo escuchaba? No me refiero a que estuviera en la conversación, sino que igual estaba dando vueltas por ahí cerca. Quizá estabas hablando por teléfono en la habitación con la puerta abierta y estaba oyendo las cosas que decías a alguien «desconocido», desde su punto de vista.
Es más, conozco muchos padres que tratan de que sus hijos cambien de actitud y para ello les cuentan a sus familiares o amigos algunas de sus «fechorías». Esta es una de las cosas que genera más distancia padres-hijos, por muchas razones y acaba haciendo que los chicos/as no quieran que sus padres conozcan a sus amigos, novias, compañeros… porque están evitando que les abochornen.
¿Lo has hecho alguna vez? ¿Te lo hicieron tus padres? Sin duda genera mucha desconfianza y dolor con consecuencias a largo plazo. No lo relativices.
Le acosas a preguntas
Este es el segundo error más frecuente que suelen tener los padres: los interrogatorios. Desde nuestro punto de vista de adultos es normal. Salen del colegio y les preguntamos sobre las clases, el recreo, sus amigos, los deberes, exámenes, si se han portado bien. Quedan con sus amigos y les preguntamos a qué han jugado, dónde han estado, etc.
Que sea normal no significa que sea neutral. Tiene un efecto que, cuando los padres lo hacen desde que sus hijos son pequeños, porque quieren tenerlos controlados, se empieza a ver claramente a partir de los 8 o 9 años. No se les deja espacio para que motu proprio compartan sus vivencias, les quieres sacar la información con sacacorchos en lugar de permitirles que surja más naturalmente. Quieres saber, y acaba provocando que no sepas nada.
Que te cuente algo o que no te cuente nada puedes ser la consecuencia de algo anterior, más que un problema en sí.
Te duele que se distancien de ti
Cuesta aceptar que se hacen mayores, que parte de su vida está fuera de nuestro control y conocimiento. Hay una frase muy conocida que es:
Lo que te resistes, persiste.
Y es que con los adolescentes, cuando más te resistes a quedar al margen de parte de su vida, más les preguntas y presionas. La consecuencia de esta presión es que cada vez te contarán menos y te querrán mantener fuera de su círculo de amigos, fuera de su incipiente vida de adultos.
Sin embargo si cultivas la confianza, reduces a lo estrictamente necesario la necesidad de saber exactamente que hacen, y generas un espacio sin crítica, de forma espontánea comprobarás que te seguirán incluyendo en algunas partes de su vida.
Que crezcan y hagan su vida es parte de la condición humana y es un duelo que los padres necesitan pasar. Si como padre, no sabes parar ese mecanismo, es mejor que te lo trabajes tú antes de presionar la comunicación y provocar que acaben construyendo un muro.
Obviamente, eso no quiere decir hacer dejación de decisiones y responsabilidades, tener cierto conocimiento de las amistades y actividades que realizan o poner los límites que sean necesarios.
Quieres protegerle más de lo que necesita
Ya hemos hablado de la superprotección y de la relación que tiene con el control que los padres queremos tener de todo lo que podamos. Pero la solución no es esa. Es necesario encontrar el equilibrio justo entre guiar, poner límites y respetar. Si no sabes en qué punto estás en tu relación con tu hijo, igual te puede ayudar dejar de actuar como padre/madre en piloto automático y dedicar un momento a resetear la relación que tenéis.
Mutismo selectivo
A menudo conocemos padres que dicen:
Lo que pasa es que mi hijo es tímido, por eso no habla.
¿La verdad? Eso no suele ser así. Hasta el niño más callado tiene algunos amigos con los que se relaciona, salvo que tenga problemas neurológicos más severos. Tu hija no te cuenta nada, pero con sus compañeras se explaya. Tu hijo te responde con monosílabos, pero tiene amigos con los que queda. Seguramente con ellos no es tan callado. En el peor de los casos, puedes estar seguro que hay personas a las que no les responde con monosílabos. Eso se llama mutismo selectivo, y siempre hay una razón.
Las dos principales razones de que no te diga nada y que tenga este mutismo selectivo son dos: la crítica externa que hacen los padres a los hijos y la evasión a la hora de asumir las consecuencias de una acción inapropiada. Diferenciar ambas y tratarlas de forma adecuada es esencial para mantener las riendas de nuestra familia sin cortar la comunicación.
Conclusiones sobre las causas de que tus hijos no te cuente nada
La necesidad de control y darnos cuenta de cómo se sienten nuestros hijos a consecuencia de la forma en que nos comunicamos con ellos son los dos mecanismos que están constantemente en la base de los problemas de comunicación.
Hemos creado un grupo de Telegram para que puedas plantear tus dudas, que te ayudemos si tu hijo no te cuenta cómo le va, y que puedas hacer consultas sobre los problemas de relación con vuestros hijos. Os ayudamos a meterles mano.