Se acerca la Navidad y los encuentros familiares, y para muchos comienza la disyuntiva acerca de si pasarla en paz o en familia… En el Instituto Gestalt vemos que no sois pocos los que secretamente le escribís a Papá Noel pidiéndole el regalo de no tener problemas familiares en estas fechas, o que os haga desaparecer…
Repasemos un poco acerca de lo que te lleva a sentir esas inconfundibles ganas huir.
¿A qué tienes miedo?
Tu mente es ese esquivo ser que tiene vida propia, y que te domina mucho más de lo que crees.
Vas por el mundo «con la cabeza bien alta» por el orgullo que sientes de tu autonomía y libertad, pero no te das cuenta de que en tu mente se esconden miedos que regulan tu día a día.
¿A qué tienes miedo?
- Miedo a sentirte vulnerable: en toda familia hay diversos roles. Si bien hoy te has ganado una posición producto de la edad, de haber formado una familia o de trabajar por tu cuenta, un día estuviste sin ese «privilegío». Ahora temes descubrirte con un sentimiento de inferioridad frente a otros miembros de la familia. Esto no es agragable…
- Miedo a que salten viejos rencores: tienes asuntos pendientes con algún familiar que nunca has resuelto, y esto te genera malestar. Temes que la hostilidad se haga presente y que acaben saliendo esas viejas cuestiones. Y en vez de comunicarte con herramientas útiles, uses la ira para expresarte y sabes en qué acaba… «ya la has liado».
- Miedo a que salga a la luz lo peor de ti: has invertido tiempo y dinero para «trabajarte y ser mejor persona», por lo que ahora no quieres que esa parte que tanto te ha costado superar vuelva a aflorar.
Como ves, todos estos miedos no están depositados en los miembros de tu familia, sino en ti. Tienes miedo de perder, a exponerte, a sentirte inferior, a que te juzguen, de reaccionar mal y de revivir asuntos y conflictos que nunca has llegado a resolver, y aún te afectan. Todo esto ocurre a un nivel a veces tan escondido, que lo más lógico es que culpes a esos familiares que nada tienen que ver contigo.
La pregunta ahora es: ¿Es posible evitar todo esto y convivir en paz por unas horas? ¿Es posible dejar de discutir con tu pareja por problemas con tu familia? ¿O con tu familia política?
La respuesta es simple: por supuesto.
Prepárate para una fiestas en armonia y paz
- Toma las decisiones con tiempo: el momento para decidir qué hacer estas navidades es ahora, no el veintitrés de diciembre. Los asuntos pendientes que tienes has de resolverlos cuanto antes. No te arriesgues a explotar en plena cena de Nochebuena…
- Reúnete unos días antes: del mismo modo que entras al mar pasito a pasito para que el shock del frío no te paralice, haz las visitas que puedas antes del gran día. Es algo así como romper el hielo que se va formando durante el año. De esta forma sabrás por adelantado cómo te sientes y qué tienes pendiente de resolver.
- No entres al trapo: tú sabes muy bien qué clase de comentarios hacen salir humo de las cabezas de tus familiares. ¿Qué hacer? Sencillo: evitarlos. Y para ello necesitas haberlos trabajado antes para que no te afecten.
- Un poquito de paciencia: haz la vista gorda ante esas cosas que sabes que no puedes cambiar. Ante esos comentarios que alguien lanza para que «piques el anzuelo» y acabe la comida en enfados y reproches. Recuérdalo cuando te enfrentes con la abuela sargento, la madre implacable y el tío holgazán…
No busques el reconocimiento de los demás, sino de poder colaborar con el buen clima, sin esperar nada a cambio.
Nadie está en este mundo para satisfacer tus expectativas, ni tú estás para satisfacer la de los otros.
No pierdas el tiempo en poner la atención en la forma en la que actúan los otros, eso es asunto de cada uno.
Cada cual vive su vida como quiere y no puedes obligar a nadie a que cambie. Pero sí puedes cambiar tú si decides pasar unas buenas fiestas en familia, si lo decides seguramente encontrarás la manera. La Navidad y los encuentros familiares no tienen por qué quitarte el sueño más.
Así que deja de pedir a Papá Noel que te resuelva las Navidades y resuélvelas tú.